Cómo hacer un buen estudio ecográfico

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Durante el periodo de aprendizaje o formación en la residencia todos nos hemos preguntado cómo hacer bien un estudio ecográfico, no importa de la región anatómica que se trate, y muchas veces es complejo hallar una respuesta a esa pregunta. Los otros métodos de imágenes son más claros respecto de la adquisición y la realización del examen, y suelen contar con protocolos que están grabados en los equipos y que nos sirven de guía, lo que facilita el aprendizaje. La ecografía, por su lado, dado que es el método que presenta un mayor factor “operador-dependiente” y que es algo más “artesanal” que los otros métodos no suele contar con tales protocolos. Sumado a esto, la realización de interconsultas con otros radiólogos se reduce en la ecografía, excepto que estén presentes o que volvamos a examinar al paciente, debido a que no quedan la totalidad de las imágenes guardadas y, aunque esto ocurriera, la imagen depende de la dirección del transductor, por lo que es preciso verlo con el paciente presente ¿Cómo podemos, entonces, hacer un buen estudio ecográfico y confiar en lo que estamos viendo a la hora de hacer el diagnóstico?

En primer lugar es necesario conocer la técnica y el equipo que utilizaremos, así como los tipos de transductores y su utilidad para cada tipo de región o patología. Tener una noción clara del vocabulario y los conceptos básicos, así como los pitfalls y errores frecuentes, también facilitará la tarea. Para cada método diagnóstico debemos saber cómo se ven los diferentes tejidos en la escala de grises, de modo de reconocer con facilidad estructuras sólidas o líquidas, fibrosas o adiposas, huecas o macizas, musculares o tendinosas. Esta información suele estar en la introducción de cualquier libro de ecografía básica, acá les dejamos un artículo en español que podría ser de ayuda: Ecografía: principios físicos, ecógrafos y lenguaje ecográfico.

En segundo lugar debemos conocer la anatomía de las regiones a estudiar, tener una idea tridimensional de la anatomía humana, que solo puede ser dada por un estudio exhaustivo de los libros clásicos de anatomía. Esta idea, que llamamos tridimensional, nos permite ubicar mentalmente dónde se encuentran las distintas estructuras en relación a otros en los diferentes planos del espacio – coronal, sagital, axial – y reconocerlas con facilidad en el paciente; resulta una enorme ventaja conocer la anatomía topográfica, dado que uno sabrá que entre tal estructura y tal otra se encuentra otra determinada. Será fácil ubicarnos con estos conocimientos. De todos modos es muy útil, al comienzo, practicar con algún compañero (no con los pacientes) de modo de aprender a usar el transductor, a apoyarlo en el paciente, a reconocer cuánta presión hacer, a ubicarnos en los distintos planos para cada región y a reconocer estructuras normales, así como también a familiarizarnos con el equipo, de modo de no cometer errores técnicos una vez que estemos frente a un paciente.

En tercer lugar debemos saber cómo debe ubicarse el paciente en la camilla y cuáles son las maniobras que nos facilitarán ver tal o cual estructura. La colaboración del paciente suele ser muy importante en los estudio ecográficos y los médicos radiólogos debemos aprender a ser precisos con las indicaciones que les damos, de modo que la situación de realizar el estudio sea lo menos traumática posible para el paciente.

Estos pasos básicos pueden llevar bastante tiempo, por lo que no habrá que desesperar ni ponerse ansioso. Podremos hacer estudios cuando estemos preparados respecto de la técnica, el equipo y la anatomía básica; mientras tanto, iremos ganando confianza y entrenando nuestra mano y nuestros ojos a una nueva metodología. Es importante recordar siempre que cuando tengamos dudas sobre alguna cuestión puede ser útil ver al paciente junto con otro médico más experimentado en el área y de nuestra confianza; durante estas interconsultas ambos médicos no deben discutir delante del paciente sus opiniones o dudas, porque esto pondrá al paciente muy intranquilo respecto de su salud. Debemos recordar que el paciente escucha todo lo que decimos y observa todo lo que hacemos, así que habrá que ser sumamente cuidadosos con él y explicarle con claridad. En general resulta favorable hablar con el paciente al comenzar el estudio, explicarle qué es lo que haremos, preguntarle sus antecedentes clínicos y el motivo de su consulta y aclararle que ante cualquier molestia nos avise, para detener el estudio o hacerlo de otro modo que resulte menos o nada molesto. La posibilidad de diálogo con el paciente, que estará con nosotros durante toda la realización del estudio, es lo más importante del estudio ecográfico, no olvidemos esto. Otra cosa que suele disminuir la angustia del paciente frente a la situación es decirle al comenzar que haremos el estudio completo y que una vez terminado éste y cuando hayamos hecho una evaluación completa del caso, le contaremos lo que vimos; no dejemos ir a los pacientes del consultorio sin ninguna respuesta, esto aumentará sus dudas y angustia hasta la recepción del informe, que puede ser varios días después. Somos médicos y es nuestro deber y responsabilidad darle al paciente contención y respuestas.

Recordemos siempre que el paciente está junto a nosotros. Esto nos permitirá observarlo, preguntarle y revisarlo, y esto, a su vez, nos dará la posibilidad de arribar a un diagnóstico presuntivo antes de tomar el transductor para hacer el estudio. Entonces, sabremos lo que estamos buscando. A esto llamamos hacer un estudio dirigido. Será más breve y menos traumático para el paciente, y podremos llegar a una conclusión o un diagnóstico más certeros.

Otra cuestión que es de importancia, sobre todo para los principiantes en ecografía, es tener en la mente – e incluso en algún papel – un protocolo del orden en que debemos mirar las distintas estructuras u órganos de cada región y de qué es lo que debemos mirar de cada una de ellas; esto suele ayudar a que no nos olvidemos de mirar nada. Recordemos que la ecografía no es como la resonancia o la tomografía, que nos brinda un volumen de imágenes que luego podremos analizar con detenimiento, en este caso, una vez que el paciente se haya ido no podremos revisar más que las imágenes que tomamos, que son solamente representativas. Todo lo que no miremos con el paciente, se habrá perdido de vista y será omitido en el informe. Por ende, todo lo que no veamos no será diagnosticado y esto podrá acarrear fatales consecuencias para los enfermos.

Por último nos queda la confección del informe. Es importante, sobre todo para quienes recién se inician, no informar con protocolos de ningún tipo. Los protocolos son útiles para no olvidarse de nada al hacer el estudio, pero no lo son a la hora de hacer los informes, dado que hacer el informe de modo “artesanal” nos permitirá volver a pasar lista de todo lo que vimos. Además, ya que no hay dos pacientes idénticos no debiera haber dos informes idénticos. Cuanto más personalizado sea el estudios, desde el comienzo hasta el final, mejor lograremos que sea el resultado. Al informar volveremos a enumerar mentalmente y luego en el papel o la grabación lo que vimos, lo que hay de relevante, lo que estaba normal y lo que es patológico. El informe debe ser breve, conciso e ir a los datos positivos directamente. En los primeros renglones del informe debe leerse el principal diagnóstico de manera clara. Las descripciones técnicas no deben formar parte del informe, ya que poco interesan al médico que lo leerá, lo que en verdad interesa es nuestra impresión diagnóstica, los posibles diagnósticos diferenciales o presuntivos de la lesión o enfermedad que se está buscando, el resto es palabrerío innecesario, así que será conveniente obviarlo. El principal problema de los informes ecográficos que se leen habitualmente es que no dicen nada más que descripciones, no suele haber diagnósticos. La ecografía es un método de imágenes tan válido como cualquier otro, el hecho de que no se lo tome en serio y siempre se pida un correlato con otra metodología radica en que no se realizan de forma adecuada y que los informes no dicen nada.

Una buena examinación ecográfica dirigida a la dolencia del paciente, cuidadosa y meticulosa, acompañada de un informe que incluya la impresión diagnóstica es tan útil como el resto de los métodos de imágenes – cada uno con sus limitaciones, claro – y mucho más inocuo para la salud del paciente. No le restemos importancia a una herramienta tan versátil y capaz como la ecografía.